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martes, mayo 31, 2011

Una biografía sobre Isaac Albéniz desmonta las leyendas de su vida

'Albéniz fue el caos'. Lo dice alguien con conocimiento de causa familiar: Alberto Ruiz-Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid, melómano y sobrino nieto del compositor catalán Isaac Albéniz (1860-1909). El político presentó ayer en Madrid Isaac Albéniz, retrato de un romántico (Turner), una biografía del profesor de Musicología de la Universidad de Kansas Walter Aaron Clark, que desmonta 'con afecto y admiración', dijo el presentador, las leyendas de su vida para rendir mejor tributo a una obra que fue 'adelantada a su tiempo'.

La biografía de Aaron Clark define a un músico necesitado de reconocimiento que, según Gallardón, 'tenía esa ausencia de arrogancia que le impedía despreciar a sus contemporáneos, como Richard Wagner', aseguró. Describe a Albéniz como un buscador que se adelantaba a los lenguajes de su tiempo, como demostró la Suite Iberia para piano, y desmonta algunas de las verdades oficiales sobre su existencia. 'Albéniz se inventó o dejó correr grandes mentiras sobre su vida. Nunca conoció a Franz Liszt; le hubiera gustado, pero no fue así. Nunca fue ese niño que se ganaba la vida por América tocando el piano. La verdad es que fue incomprendido por sus contemporáneos, murió con una gran amargura, solo, adicto a la morfina y preso de una enfermedad dolorosa que le trató mi abuelo, Víctor Ruiz Albéniz', explicó Gallardón.

El crítico José Luis García del Busto señaló que recuperar hoy la figura del músico es una tarea complicada por la dispersión de su obra, que, según él, 'se está convirtiendo en un problema muy difícil de solucionar'. Aparte de sus piezas para piano, García del Busto destacó algo que se desarrolla de manera amplia en el libro: 'La preocupación del compositor por la ópera y su relación con el financiero Money Coutts'. Sobre este último, la verdad establecida es que fue alguien que le absorbió para su propia gloria obligándole a componer piezas para un género, el lírico, que no le interesaba. 'Queda demostrado que eso no es cierto con sus cartas, de las que se desprende una fuerte amistad entre ambos', afirmó.

Biografía Resumida de Isaac Albéniz

(Camprodón, España, 1860 - Cambo-les-Bains, Francia, 1909) Compositor y pianista español. La vida de Isaac Albéniz, sobre todo durante su niñez y su juventud, es una de las novelas más apasionantes de la historia de la música. Niño prodigio, debutó como pianista a los cuatro años, con gran éxito, en un recital en Barcelona. Tras estudiar piano en esta ciudad e intentar, infructuosamente, ingresar en el Conservatorio de París, prosiguió sus estudios en Madrid, adonde su familia se había trasladado en 1869.

Espíritu inquieto, a los diez años se fue de casa, y recorrió varias ciudades y pueblos de Castilla organizando sus propios conciertos. Una segunda fuga, en 1872, le llevó a Buenos Aires. Protegido por el secretario particular de Alfonso XII, el conde de Morphy, Albéniz, consciente de sus carencias técnicas, pudo proseguir sus estudios en el Conservatorio de Bruselas.

Año importante fue el de 1882: contrajo matrimonio y conoció al compositor Felip Pedrell, quien dirigió su atención hacia la música popular española, inculcándole la idea, esencial para el desarrollo de su estilo de madurez, de la necesidad de crear una música de inspiración nacional. Fue entonces cuando Albéniz, que hasta ese momento se había distinguido por la creación de piezas salonísticas agradables y sin pretensiones para su instrumento, el piano, empezó a tener mayores ambiciones respecto a su carrera como compositor.

Su estilo más característico comenzó a perfilarse con las primeras obras importantes de carácter nacionalista escritas a partir de 1885, en especial con la Suite española de 1886. Su ideal de crear una «música nacional de acento universal» alcanzó en la suite para piano Iberia, su obra maestra, su más acabada expresión. Admirada por músicos como Debussy, la influencia de esta partitura sobre otros compositores nacionalistas españoles, entre ellos Falla y Granados, fue decisiva. Ella sola basta para otorgar a Albéniz un lugar de privilegio en la música española.