Es innegable la huella que Carmelo Bernaola dejó en Vitoria a lo largo de los años que estuvo al frente del conservatorio Jesús Guridi. Con un nuevo edificio al final de la Avenida Gasteiz, el maestro construyó un tejido cultural que hoy sigue dando sus frutos. Un hombre que, además, tuvo claro desde el primer momento en que llegó a la capital alavesa que el centro que gestionaba debía formar en lo clásico pero también ser un motor para lo moderno, lo actual, lo contemporáneo, consciente, como varios de sus colegas, de que era imprescindible caminar al paso de los tiempos sin estar siempre mirando a las mismas referencias. Por ello, y junto a otros profesionales, puso en marcha en 1985 el Laboratorio de Electroacústica, espacio pionero dentro del panorama estatal.
Seguro que a muchos, sobre todo por el desconocimiento de la producción musical del siglo XX, les suena extraño el concepto de la electroacústica y ello a pesar del esfuerzo que durante las dos últimas década ha realizado el conservatorio en este campo. Pero, en realidad, las cosas son más sencillas de lo que puedan parecer en un principio. "No deja de ser música. Lo que pasa es que en el proceso de creación de las obras y en su interpretación se emplean medios electrónicos de todo tipo, sintetizadores, mesas de mezclas, difusión por medio de diversos altavoces, así como instrumentos acústicos tradicionales. Estos aparatos, propios del siglo XX, han supuesto toda una revolución en cuanto a la producción y la escucha", explica Alfonso García de la Torre, responsable del Laboratorio, además de compositor y músico.
En el segundo piso del centro gasteiztarra se encuentra esta habitación llena de cables y aparatos de todo tipo. Por aquí han pasado en estos veinte años una lista innumerable de alumnos, profesores, músicos y compositores, algunos de ellos bien conocidos. Aquí han podido conocer, experimentar y, sobre todo, darse cuenta de que la tecnología es un medio más para la creación.
"El ordenador es el instrumento de nuestro tiempo pero sin ideas no es nada. Es un medio para conseguir un fin", apunta García de la Torre. En este sentido, el Laboratorio ha supuesto un punto de encuentro fundamental para aquellos profesionales interesados en ahondar el la creación contemporánea, colocando a Vitoria en una importante posición a nivel europeo, algo a lo que también ha ayudado la organización desde el conservatorio de los festivales Carmelo Bernaola (que ahora se está desarrollando) y Sinkro (que llegará a principios de año).
"Si estás acostumbrado a escuchar sólo sinfonías de Beethoven, todo lo demás seguro que te parece raro. Existe una focalización excesiva en nuestra cultura hacia la música del romanticismo, olvidándose todo el desarrollo musical del siglo XX" describe García de la Torre para recordar que "hay compositores del siglo pasado que nosotros consideramos ya clásicos cuyas obras ni siquiera se han estrenado en España".
Trabajo En esta doble faceta, la pedagógica y la difusora, el Laboratorio juega un papel fundamental desde su puesta en marcha. En el primer aspecto, el responsable de este espacio explica que "los alumnos pasan por este aula para conocer todos los medios electrónicos, es decir, ordenadores, sintetizadores, mesas de mezclas... Se trata, ante todo, de mostrar que el ordenador es un vehículo más para su formación, de que sepan producir sus propios CD hasta crear sus sonidos para luego hacer algo compositivo. Es decir, que entiendan que es una herramienta muy útil".
En lo que respecta a la difusión de la electroacústica, el Laboratorio produce y apoya, en el aspecto técnico, conciertos. Se trata de que las actuaciones tanto propias como ajenas pero que se realizan en Gasteiz se hagan con calidad, aspecto fundamental en este campo.
Eso sí para que el sonido adopte su significado definitivo necesita del público. "Al que nunca ha escuchado música electroacústica lo primero que se le presenta es la sorpresa de la difusión sonora. Ya no es una fuente de sonido que proviene del escenario, sino que puede salir de seis, ocho o diez altavoces. El primer impacto es la tridimensionalidad del sonido, esa sensación de que el componente espacial del sonido tiene su valor en la música, que es algo que se había perdido y que todavía sigue un poco descuidado porque los espacios acústicos hoy están diseñados a la manera del siglo XIX", asegura García de la Torre.
Además, el hecho tecnológico también permite dar a las notas una plasticidad importante. "Puedes moldear el sonido electrónico a tu antojo, como si fuese barro. Puedes hacer transformaciones sonoras, procesamientos de sonidos en tiempo real...", comenta. Asimismo, los conciertos electroacústicos y contemporáneos están aportando cada vez más un carácter multidisciplinar.
Por ello, los conciertos son hoy también danza, teatro, vídeo... "El compositor actual debe mirar a lo que sucede a su alrededor. Eso supone, primero, entrar en contacto con gentes de otras disciplinas y con ellos hacer obras de carácter multimedia. Todo ello sin olvidar, evidentemente, el lado musical", apunta el director del Laboratorio.
De todas formas, a pesar del trabajo realizado desde el conservatorio en estas dos décadas y la labor que desarrollan las escuelas de música y centros culturales, lo cierto es que las actuaciones que se organizan a lo largo del año tienen todavía un público más reducido que otras expresiones culturales.
"En lo que respecta a los alumnos de los centros de formación, ahí tenemos una labor importante los profesores, que tenemos que ser capaces de inculcar la importancia que tiene acudir a escuchar. Es fundamental. Hay que experimentar porque es lo que te va formando. Es un aspecto en el que también juegan un papel importante los padres", dice García de la Torre.
Porque ahí está la clave de la formación de los estudiantes que pasan tanto por el conservatorio como por el Laboratorio, en la experimentación y la práctica. "Los alumnos no dejan de recibir una formación clásica pero cuentan con la ventaja de que éste es uno de los centros de enseñanza más activos que conozco. Además, están en una ciudad comprometida con la creación actual. Culturalmente, Vitoria es un lugar muy potente y en lo que concierne a la música no nos podemos quejar. Otra cosa es la resonancia que tengan las actividades que desarrollamos. Pero haciendo balance, creo que podemos estar muy orgullosos incluso a nivel europeo", afirma García de la Torre.
Impulso de iniciativas En estos más 20 años de camino, el Laboratorio además ha sido precursor de dos iniciativas importantes, la generación de un grupo propio y el impulso de los festivales Carmelo Bernaola y Sinkro.
En cuanto al primer aspecto, hace un par de años que el Grupo Instrumental Jesús Guridi se reconvirtió en el Ensemble Espacio Sinkro, aunque el cambio de nombre no es que haya supuesto una ruptura con lo anterior. Con una denominación u otra, en este tiempo la formación ha estrenado más de un centenar de obras de compositores tanto cercanos como de otros lugares, como ha sido el caso de Zuriñe Guerenabarrena, Bingen Mendizabal, Antonio Lauzurika, Sofía Martínez, Francisco Ibáñez, Ignacio Monterrubio, Sergio Gutiérrez o el propio García de la Torre.
En lo que se refiere al segundo, los dos certámenes celebrados en Gasteiz son una ventana abierta a lo que se está haciendo en estos momentos en diferentes partes del mundo. "Tal vez el Carmelo Bernaola es más acústico, es decir, abarca un espectro más amplio del siglo XX que de forma habitual no se escucha. Muchos programadores no se arriesgan en este sentido. El Sinkro es más música experimental, con más medios electrónicos", diferencia el responsable del Laboratorio.
Dos citas anuales que se suelen desarrollar tanto en el Aula Magna del conservatorio (lugar diseñado por José Luis Catón que es muy valorado por los músicos aunque la ciudadanía no lo conozca tanto) como en espacios diferentes, siendo Artium y Montehermoso dos ejemplos de los últimos tiempos.
De todas formas, García de la Torre también está expectante ante la futura o no construcción de un auditorio en la ciudad. "El debate hoy sigue en lo mismo, si se debe hacer o no, pero lo que nos debería interesar es el plano artístico. Eso qué quiere decir, pues que el espacio debe tener salas acondicionadas para la música del siglo XXI. No me vale la disposición típica a la italiana. En España se han hecho cientos de auditorios así, donde la sala principal no reúne las condiciones para hacer ópera y música contemporánea. Siempre se habla del lugar más pequeño como punto alternativo. Pero eso no me vale. Yo quiero vivir con mis tiempos y si se construye un auditorio nuevo lo que debería es programar música de nuestro tiempo en las condiciones adecuadas para que las producciones actuales se puedan llevar a cabo", defiende.
Futuro Tal vez dentro de poco esa infraestructura tenga su horizonte más despejado, aunque de momento parece complicado. Pero con o sin ella, el Laboratorio seguirá trabajando como lo ha hecho hasta ahora, siendo un referente y llevando su experiencia, técnica y sonido a diferentes puntos de Europa y Latinoamérica.
"Ahora queremos seguir saliendo al exterior. En 2007 estamos pensando en hacer una gira por fuera para dar a conocer obras compuestas aquí", explica García de la Torre, quien también afirma que "además, el Laboratorio no debe olvidar su labor pedagógica, es decir, intentar integrar las nuevas tecnologías en la formación musical para que los chavales que salgan de cualquier conservatorio sepan tocar un instrumento pero también cómo manejarse con la electrónica y la informática".
En esa senda sigue esta experiencia que Carmelo Bernaola puso en pie pero camina sola con la intención de que el público y la música de hoy se encuentren, conozcan y disfruten
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