Información Recopilada de LasProvincias:
http://www.lasprovincias.es/valencia/prensa/20061112/cultura/req...
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Yaron Traub es un director fundamentalmente sinfónico; es en este repertorio en el que obtiene los mejores resultados, pero cuando lo abandona, la calidad artística de sus conciertos empieza a menguar; así ocurrió hace unos meses con el Réquiem de Verdi y así ha vuelto a ocurrir ahora con el de Mozart.
En la versión de este Réquiem mozartiano se dio una curiosa paradoja: las partes escritas por Mozart estuvieron mucho peor interpretadas que las escritas por Süssmayr. Traub no está acostumbrado a dirigir obras de escritura contrapuntística tan densa y compleja.
Eso se hizo evidente en la imprecisión entre las voces de la fuga del Kyrie o en el Réquiem inicial; también se le vio incómodo a la hora de conducir el Recordare o el Tuba mirum. Curiosamente, se mejoró en el Lacrimosa –del que Mozart escribió sólo ocho compases- y en los números finales obra de Süssmayr. Es decir, un Réquiem de Mozart en el que lo que mejor se tocó fue lo que Mozart no escribió.
Acostumbrados a las excelencias del Cor de la Generalitat, el Orfeón Navarro Reverter ofreció una discreta interpretación. En ocasiones se percibió cierta desafinación y faltó en todo momento flexibilidad; en ese sentido, hubiese sido mejor un coro algo menor (eran casi un centenar).
Ainhoa Arteta, fría y desafinada
Ainhoa Arteta comenzó con la voz muy fría y claramente desafinada; cierto es que mejoró rápidamente, aunque su línea de canto con ese vibrato y fraseo operístico resulta inadecuada para este repertorio. El poderoso bajo-barítono Alan Titus es un buen Wotan, pero su voz resulta demasiado pesada para el Réquiem.
Por otra parte, su principal virtud es la potencia, antes que la belleza tímbrica necesaria para una obra de estas características. Justo al contrario Christoph Strehl que mostró conocimiento del estilo pero con medios vocales más discretos. Catherin Wyn Rogers tuvo una discreta actuación por debajo de su nivel habitual.
El concierto del viernes en el Palau de la Música había comenzado con una depurada y equilibrada versión de Noche Transfigurada de Schönberg. La cuerda de la orquesta de Valencia demostró que también posee calidad.
Eso se hizo evidente en la imprecisión entre las voces de la fuga del Kyrie o en el Réquiem inicial; también se le vio incómodo a la hora de conducir el Recordare o el Tuba mirum. Curiosamente, se mejoró en el Lacrimosa –del que Mozart escribió sólo ocho compases- y en los números finales obra de Süssmayr. Es decir, un Réquiem de Mozart en el que lo que mejor se tocó fue lo que Mozart no escribió.
Acostumbrados a las excelencias del Cor de la Generalitat, el Orfeón Navarro Reverter ofreció una discreta interpretación. En ocasiones se percibió cierta desafinación y faltó en todo momento flexibilidad; en ese sentido, hubiese sido mejor un coro algo menor (eran casi un centenar).
Ainhoa Arteta, fría y desafinada
Ainhoa Arteta comenzó con la voz muy fría y claramente desafinada; cierto es que mejoró rápidamente, aunque su línea de canto con ese vibrato y fraseo operístico resulta inadecuada para este repertorio. El poderoso bajo-barítono Alan Titus es un buen Wotan, pero su voz resulta demasiado pesada para el Réquiem.
Por otra parte, su principal virtud es la potencia, antes que la belleza tímbrica necesaria para una obra de estas características. Justo al contrario Christoph Strehl que mostró conocimiento del estilo pero con medios vocales más discretos. Catherin Wyn Rogers tuvo una discreta actuación por debajo de su nivel habitual.
El concierto del viernes en el Palau de la Música había comenzado con una depurada y equilibrada versión de Noche Transfigurada de Schönberg. La cuerda de la orquesta de Valencia demostró que también posee calidad.
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